¿Cómo se ve y se planea una ciudad ecológica, verde, amigable con el medio ambiente, y resiliente, es decir, resistente a fenómenos meteorológicos, y al cambio climático?
(Extractos del libro “La Reforma Urbana: para Rescatar tu Ciudad y Cuidar el Planeta” por Marco Martinez O’Daly):
Un factor fundamental que encontramos para que una ciudad funcione a través de las décadas y los siglos es la protección de las zonas de alto valor ambiental y de alto riesgo ante desastres naturales. Es decir, nos referimos a la protección de las primeras dunas de las playas, los lagos, los arroyos, las laderas de los cerros, los cauces naturales de los ríos, y los vasos reguladores de agua. Proteger estos elementos del desarrollo en cualquier ciudad es fundamental, ya que de no hacerlo garantiza que, al paso de los años, los fenómenos meteorológicos causen desastres naturales que costarán millones de pesos en pérdidas económicas, pero, sobre todo, vidas humanas.
Además, son la amenaza más grave para la salud del planeta, que termina lastimando no solo a la misma naturaleza, su flora y fauna, sino que, al hábitat humano mismo, cuyas consecuencias son escasez de agua, erosión de los cerros, contaminación del aire, inundaciones y una diversidad de catástrofes que pueden condenar a una ciudad entera a malestares innecesarios por décadas y siglos, todo por la falta de planeación de un elemento básico.
Entonces el principio de una ciudad Ecológica debe mantener un enfoque prioritario en proteger las zonas de valor ambiental o de alto riesgo, especialmente si podemos lograr que contribuyan al urbanismo y a la arquitectura de la ciudad.
Una estrategia inadecuada que ha crecido en popularidad en décadas recientes es la de preservar bosques enteros o áreas naturales o productivas contra el desarrollo. Obligar a una ciudad a crecer en otra dirección o a “brincarse” estos espacios ecológicos o agrícolas provoca mayor deterioro del medio ambiente y de la calidad evolutiva de las ciudades. Tanto la preservación de bosques, los cinturones verdes, o incluso la protección de áreas agrícolas resulta en mayor pobreza en la ciudad porque encarece el suelo y la vivienda, y finalmente produce ilegalidad, corrupción y asentamientos informales.
Por ello, una mejor alternativa es la de seleccionar con cuidado estos espacios y convertirlos en espacios públicos, como plazas o parques, para la recreación y la vida comunitaria, pero con diseño arquitectónico y urbanístico.
La nueva ley de México define los espacios públicos como “áreas, espacios abiertos o predios de los asentamientos humanos destinados al uso, disfrute o aprovechamiento colectivo, de acceso generalizado y libre tránsito”. Así, un arroyo se debe convertir en un parque lineal, y un lago en una playa pública, con malecones y senderos peatonales que le den funcionalidad recreativa para los vecinos y visitantes.
Esto implica construir cierta infraestructura de banquetas y mobiliario deportivo o decorativo alrededor de estos espacios, que por añadidura le dará identidad a la ciudad y a los barrios, y minimizarán el riesgo de que algún político en un futuro autorice desarrollos indebidos en estas zonas protegidas. Incluso, en vez de proteger del desarrollo áreas agrícolas por completo, una mejor alternativa es la de fomentar la agricultura urbana que prepare los espacios públicos básicos para su crecimiento, permitiendo la evolución progresiva de las ciudades en estas zonas.
Finalmente, existen algunas estrategias para incrementar la resiliencia de las ciudades, más allá de la preservación de las zonas de alto valor ambiental. Por ejemplo, algunas urbes deben incorporar vialidades que cosechen el agua pluvial en camellones y banquetas, reinsertando el agua de lluvias al subsuelo, evitando así convertir las vialidades en arroyos durante épocas de lluvia.
También algunas ciudades vulnerables a fuertes lluvias deben asegurar que cada barrio pueda retener toda su agua en parques hundidos durante las lluvias.
Independientemente de las estrategias aquí recomendadas, cada urbanista podrá encontrar herramientas adicionales y aún más creativas, por ser ellos los verdaderos artistas para poder crear ciudad con estos espacios públicos.
Lo indispensable es garantizar que estas zonas de valor ambiental y de alto riesgo se preserven, de tal manera que la ciudad funcione adecuadamente al paso de las décadas y los siglos con estrategias enfocadas en el diseño de los espacios públicos.
¿Te gusta lo que estas leyendo? Adquiere tu copia del libro entero aquí:
“La Reforma Urbana: para Rescatar tu Ciudad y Cuidar el Planeta”